Puntos clave
1. Globalismo: Un Proyecto Político Distinto de la Globalización
A diferencia de la voz globalización, que apuntaba sobre todo a un fenómeno de tipo económico, la índole del globalismo es incontrastablemente política.
Definición clara. El globalismo no es meramente la interconexión económica o cultural del mundo (globalización), sino un proyecto político deliberado que busca establecer una nueva forma de dominación sobre los seres humanos. Su esencia radica en la centralización del poder y la reconfiguración de la autoridad, trascendiendo las fronteras nacionales. Este cambio implica una redefinición fundamental de quién gobierna y cómo, pasando de estructuras estatales a entidades supraestatales.
Naturaleza apátrida. A diferencia de los imperios o colonialismos históricos, el globalismo no se asienta en una nación o territorio específico. Sus instituciones carecen de patria y pueblo, operando desde cualquier lugar del mundo con una pretensión de universalidad. Esta aterritorialidad le confiere una movilidad y ubicuidad sin precedentes, permitiéndole eludir las resistencias localizadas y proyectar su influencia a escala planetaria.
Gobernanza global. El objetivo final es la "gobernanza global", un término que describe la ordenación, regulación y planificación de los asuntos humanos a escala mundial. Esta gobernanza es impulsada por una "hiperélite" que se autodenomina "ciudadanos globales", quienes justifican su poder no por la voluntad popular, sino por un supuesto conocimiento experto y una "filantropía" que busca "salvar a la Humanidad" de crisis globales.
2. La Ingeniería Social: Raíces del Despotismo Moderno
El despotismo ha sido desafiado por los revolucionarios franceses, pero solo para regresar con un disfraz distinto; ha sido aparentemente destronado, pero solo para adquirir una nueva forma posible.
Orígenes revolucionarios. La Revolución Francesa, al buscar la "liberación" del antiguo despotismo monárquico, paradójicamente dio origen a nuevas formas de control social y político. Filósofos como Condorcet y Sieyès concibieron la política como una "ingeniería social", donde la razón abstracta debía moldear la sociedad y al "hombre nuevo" según sus ideales, desestimando la historia, la tradición y la naturaleza humana real.
El Terror como método. El jacobinismo de Robespierre llevó esta visión a su extremo, utilizando el Terror como una herramienta para purificar la sociedad y eliminar a los "enemigos del pueblo". Este período vio el primer genocidio moderno en la Vendée, donde la población fue exterminada sistemáticamente bajo la justificación de la "razón" y la "voluntad general".
- El Terror no solo buscaba obediencia, sino una adhesión fanática.
- La "virtud" se identificó con la lealtad al régimen.
- La deshumanización del enemigo fue clave para justificar la masacre.
Legado para el futuro. Pensadores conservadores como Burke y De Maistre advirtieron que esta "dialéctica del despotismo" conduciría a una tiranía aún más profunda, ya que el poder, al liberarse de los límites tradicionales y divinos, se arrogaría la capacidad de redefinir la realidad y la naturaleza humana. Este legado de ingeniería social y control total sería recogido y perfeccionado por los totalitarismos del siglo XX.
3. El Totalitarismo: La Desmesura del Poder en el Siglo XX
El totalitarismo, muy al contrario, se ejerce con todo el poder del que es capaz precisamente porque dice portar la ley de leyes, descubierta ahora gracias a la ciencia de la evolución o a la del materialismo histórico.
Dominio total. El totalitarismo del siglo XX (fascismo, nazismo, estalinismo) se distingue del despotismo por su ambición de control absoluto sobre todas las esferas de la vida: política, social, cultural e incluso la personalidad individual. No se conforma con la obediencia, sino que exige una adhesión fanática a una ideología oficial, que se presenta como una "religión política" con una "clave" para la historia y una promesa de paraíso terrenal.
Mecanismos de control:
- Partido único: Monopoliza el poder, absorbiendo al Estado y a la sociedad civil.
- Culto al líder: El Führer o Caudillo es divinizado como encarnación de la voluntad colectiva.
- Ideología omnicomprensiva: Ofrece una explicación total del mundo y un camino hacia la salvación.
- Propaganda y adoctrinamiento: Utiliza medios masivos y psicología para uniformar el pensamiento.
- Terror: No solo reprime la disidencia, sino que es un medio para rehacer la sociedad y al "hombre nuevo".
Deshumanización y campos de concentración. El terror totalitario se dirige contra categorías sociales enteras (clases, razas), despojándolas de su condición humana y justificando su exterminio. Los campos de concentración, como laboratorios de deshumanización, buscan aniquilar la individualidad, los derechos y la moral de las personas, reduciéndolas a "vida desnuda" y demostrando que "todo es posible" para el poder.
4. La Erosión de la Soberanía Nacional: El Corazón del Globalismo
Dicho en breve, frente al reconocimiento de la soberanía del Estado como eje central del orden westfaliano, el orden que inaugura la ONU se basará en la sustracción de la soberanía de las naciones, drenando el poder político, legislativo y judicial, hacia instancias de poder de carácter internacional, y eso es precisamente lo que el globalismo significa.
El Estado moderno y la soberanía. Desde el siglo XVI, la soberanía definió al Estado moderno como la autoridad jurídica suprema y exclusiva dentro de su territorio, e independiente de poderes externos. Este principio, consolidado en la Paz de Westfalia (1648), estableció un orden mundial de Estados-nación iguales y autónomos. La soberanía, inicialmente encarnada en el monarca, se trasladó al "pueblo" o la "nación" con la modernidad democrática.
La ONU como punto de inflexión. La creación de la Organización de Naciones Unidas (ONU) en 1945 marcó el inicio de la erosión de esta soberanía. Aunque formalmente reconoce la soberanía estatal, la ONU se arroga una autoridad superior para abordar "problemas globales" (económicos, sociales, culturales, humanitarios), interviniendo en asuntos internos de los Estados.
- El Consejo de Seguridad puede imponer medidas coercitivas a los Estados miembros.
- La Corte Internacional de Justicia interpreta el derecho internacional de forma "evolutiva", creando obligaciones para los Estados.
- La ONU define "derechos humanos" que trascienden la legislación nacional.
El Estado proxy. El globalismo busca transformar los Estados-nación en "Estados proxy", meros intermediarios que ejecutan agendas definidas por entidades no estatales. Esto se logra mediante la subordinación del derecho nacional al internacional y la presión de organismos globales. La "ciudadanía global" es un concepto que desvincula al individuo de su identidad nacional, preparándolo para ser gobernado por una autoridad global.
5. Actores Globalistas: Una Hiperélite Apátrida al Mando
Si a alguien se deben los globalistas, es a sus propios entornos de poder, a sus jefes políticos y económicos.
La red de poder. El globalismo es impulsado por una compleja red de actores que, aunque diversos, comparten una visión y una agenda. Estos incluyen:
- Estados proxy: Gobiernos nacionales que, por diversas razones, adoptan y ejecutan agendas globalistas.
- Organizaciones internacionales públicas: Como la ONU y sus agencias (OMS, FMI, BM), que establecen normativas y "estándares" globales.
- ONGs: Entidades privadas que, bajo la bandera de la "filantropía" y el "interés general", ejercen presión política y económica.
- Poder económico global: Magnates y corporaciones multinacionales que financian y promueven agendas globalistas.
- Medios de comunicación hegemónicos: Difunden la narrativa globalista y demonizan a sus oponentes.
- Instituciones académicas: Legitiman las ideas globalistas con un barniz de "ciencia" y "experticia".
Legitimidad tecnocrática y filantrópica. Esta hiperélite globalista justifica su poder no por la voluntad popular, sino por su supuesto "saber experto" para resolver los "grandes problemas de la Humanidad" y por su "filantropía" (grandes donaciones a causas globales). Figuras como George Soros, Bill Gates y las fundaciones Rockefeller son arquetipos de este "filantrocapitalismo", donde el dinero se traduce en influencia política y capacidad de ingeniería social a escala global.
Interconexión y opacidad. La relación entre estos actores es simbiótica. Las ONGs y las fundaciones financian a organismos internacionales y a políticos, mientras que estos últimos legitiman las agendas de los primeros. Este entramado, a menudo opaco y poco transparente, permite a una minoría influir en decisiones que afectan a miles de millones de personas, eludiendo el escrutinio democrático.
6. El Foro de Davos: El Cuartel General de la Gobernanza Global
Su nombre no ha de confundirnos. El Foro Económico Mundial no es una simple institución que reúne a empresarios. Más que económica, la verdadera naturaleza del Foro es política.
Plataforma de coordinación. El Foro Económico Mundial (WEF), conocido como Foro de Davos, es la institución clave donde los diversos actores globalistas se articulan, definen agendas y coordinan estrategias para la "gobernanza global". Aunque su nombre sugiere un enfoque económico, su verdadera naturaleza es política, buscando "dar forma a las agendas globales, regionales e industriales".
"Capitalismo de partes interesadas". Klaus Schwab, fundador del WEF, promovió el concepto de "capitalismo de partes interesadas" (Stakeholder Capitalism), que exige a las empresas ir más allá de la maximización de beneficios para los accionistas y "servir a la sociedad". Esto se traduce en la adopción de "criterios ESG" (Ambientales, Sociales y de Gobernanza), que imponen agendas progresistas y woke a las corporaciones, bajo amenaza de exclusión financiera.
La "ciudadanía global". El Foro promueve la idea de una "ciudadanía global", un estatus exclusivo para aquellos con suficiente poder económico, político o social para "dar forma a la agenda global". Esta élite, que se reúne anualmente en Davos, se considera a sí misma la vanguardia que debe dirigir el destino de la "Humanidad", superando la "obsolescencia" de la soberanía nacional.
- La Junta Directiva del WEF incluye líderes de BlackRock, el Banco Mundial, el FMI y el Banco Central Europeo.
- La "Global Shapers Community" agrupa a jóvenes líderes alineados con la agenda globalista.
- Las membresías corporativas alcanzan los 670.000 dólares anuales, garantizando influencia.
"Riesgos globales" y control. El WEF publica anualmente "Reportes de Riesgos Globales" que, basados en encuestas a sus propios miembros, identifican amenazas apocalípticas (climáticas, pandémicas, tecnológicas) para justificar la necesidad urgente de una gobernanza global. Estos informes, a menudo inconsistentes, sirven para generar miedo y legitimar la transferencia de poder hacia las élites globalistas.
7. La Agenda 2030: Un Plan de Ingeniería Social Global
La Agenda 2030 está diseñada para fracasar, como los OMD. Y el fracaso será de las naciones, no de la ONU ni de sus burócratas, de quienes ni siquiera conocemos sus rostros.
Un plan "universal, integral e indivisible". La Agenda 2030 de la ONU, con sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y 169 metas, es el proyecto más ambicioso del globalismo para planificar el futuro de la "Humanidad". Presentada como resultado de una "consulta amplia e inclusiva", fue en realidad diseñada por un pequeño grupo de burócratas y "expertos" de la ONU, con la influencia de ONGs y el poder económico.
Objetivos ilusorios. Los ODS prometen un mundo sin pobreza, hambre, desigualdad, enfermedades o desastres climáticos para 2030. Sin embargo, estos objetivos, a menudo vagos e irrealizables, sirven para:
- Deslegitimar a los Estados-nación: Su fracaso en cumplir los ODS se atribuye a su "egoísmo" o "falta de voluntad", no a la irrealidad de las metas.
- Justificar más poder globalista: Cada fracaso se convierte en una excusa para exigir más recursos, más burocracia y más intervención de las instituciones globales.
- Imponer agendas específicas: Detrás de los "buenos propósitos" se esconden políticas de ingeniería social.
El Estado como ejecutor. Aunque la Agenda 2030 no es jurídicamente vinculante, los Estados son presionados para adoptarla y ejecutarla, convirtiéndose en "Estados proxy". Se les exige legislar, presupuestar y rendir cuentas según los dictados de la ONU, incluso si esto contradice la voluntad popular o la soberanía nacional.
8. La Guerra contra la Natalidad: Un Objetivo Encriptado
El aborto nunca consistió en "elegir entre ser o no ser madre"; el aborto siempre fue, en todo caso, la posibilidad de elegir entre ser la madre de un hijo vivo o de uno muerto.
Eufemismos y control demográfico. La Agenda 2030, a través de términos como "salud sexual y reproductiva", "derechos sexuales y reproductivos" y "planificación familiar", enmascara un objetivo central: la reducción de la natalidad global. Esta terminología, deliberadamente vaga, se remonta a los círculos eugenésicos de principios del siglo XX y a las políticas de control poblacional impulsadas por Estados Unidos y la ONU.
Genealogía del control natal:
- Margaret Sanger: Fundadora de Planned Parenthood, promovió el "control de la natalidad" con fines eugenésicos y racistas.
- Familia Rockefeller: Financió masivamente organizaciones de control poblacional como el Population Council y la IPPF.
- Informe Kissinger (1974): Documento clasificado que reveló el interés de EE. UU. en reducir la población de países subdesararrollados para asegurar el acceso a recursos y evitar inestabilidad, recomendando el aborto como herramienta.
- Conferencia de El Cairo (1994): La ONU adoptó el "Plan Mundial de Acción en Población", universalizando los conceptos de "salud reproductiva" y "derechos reproductivos", y exigiendo la legalización del aborto como parte de una "gama completa de servicios".
El aborto como "derecho humano". La Agenda 2030, al remitirse a estos acuerdos, exige la universalización del aborto, presentándolo como un "derecho humano" y un "servicio de salud". Esto implica una redefinición radical de la dignidad humana, donde la vida del ser en gestación depende del "deseo" de un tercero, y una intromisión sin precedentes en la soberanía de las naciones y el derecho a la vida.
9. La Ideología de Género y el Wokismo: Herramientas de Fragmentación
El wokismo es una poderosa máquina de exterminio nacional, cultural y psicológico.
El "género" como reemplazo del sexo. La Agenda 2030 y sus actores globalistas promueven la "perspectiva de género" como una clave hermenéutica que atraviesa todos sus objetivos. Este concepto, surgido de la teoría feminista radical y queer, desvincula la identidad de la realidad biológica del sexo, postulando que el género es una "construcción cultural" o una "autopercepción".
- La ONU adoptó el término "género" en la Conferencia de Beijing (1995), sin definirlo explícitamente, para evitar resistencias.
- Se exige a los Estados "integrar perspectivas de género" en todas las políticas, leyes y programas.
- Se promueve la "paridad de género" en puestos de decisión, ignorando la sobrerrepresentación masculina en trabajos peligrosos.
Wokismo: la ideología de la opresión infinita. El wokismo, como expresión extrema del progresismo, multiplica las categorías de "oprimidos" (mujeres, personas trans, afrodescendientes, inmigrantes, etc.) y "opresores" (hombres, blancos, heterosexuales). Esta "interseccionalidad" fragmenta la sociedad en un sinfín de grupos en conflicto, debilitando la cohesión social y la identidad nacional.
- Se promueve la "discriminación positiva" para beneficiar a los "oprimidos" a costa de los "opresores".
- Se demoniza cualquier crítica como "discurso de odio" o "fobia".
- Las "creencias de lujo" de las élites acomodadas impulsan estas agendas, mientras sus costos recaen en las clases bajas.
Efectos disolventes. La ideología de género y el wokismo actúan como una "pandemia cultural" que desarticula las instituciones tradicionales (familia, nación, religión) y atomiza al individuo. Al reducir la persona a una suma de características de "oprimido" o "opresor", se anula la libertad individual y se facilita la ingeniería social, preparando el terreno para un control totalitario sobre la identidad y el comportamiento.
10. La Pandemia: El Gran Acelerador del Globalismo
En el estado de excepción, según Schmitt, hallamos al soberano; en la pandemia, los globalistas quisieron hallarse a sí mismos decidiendo las políticas del globo entero.
Oportunidad en la crisis. La pandemia de COVID-19 fue vista por Klaus Schwab y el Foro de Davos como una "oportunidad sin precedentes" para impulsar el "Gran Reinicio" y acelerar la agenda globalista. La crisis global expuso la supuesta "debilidad" de los Estados-nación para enfrentar amenazas transfronterizas, legitimando la necesidad de una "gobernanza global" centralizada.
Normalización del control:
- Estado de excepción: La pandemia normalizó la vida bajo un estado de excepción permanente, donde las libertades individuales fueron suspendidas en nombre de la "salud pública".
- Vigilancia total: Se legitimó la extracción masiva de datos, la geolocalización y el uso de tecnologías de vigilancia (cámaras inteligentes, biometría) para controlar el comportamiento de la población.
- "Vida desnuda": El miedo al contagio redujo la vida humana a su dimensión biológica, priorizando la "supervivencia" sobre la libertad, la fe o las relaciones sociales.
- Adoctrinamiento: Los medios de comunicación y las instituciones globales impusieron una narrativa única, demonizando la disidencia como "desinformación" o "negacionismo".
El "Gran Reinicio" y la Cuarta Revolución Industrial. Schwab vincula la pandemia con la "Cuarta Revolución Industrial", una convergencia de tecnologías (IA, biotecnología, nanotecnología) que promete transformar la sociedad y al ser humano. Esto incluye la posibilidad de "bebés de diseño", el fin de la propiedad privada ("no tendrás nada y serás feliz") y la vigilancia total, todo bajo la dirección de una élite planificadora.
11. La Resistencia Patriota: Un Llamado a la Acción
El globalismo puede ser derrotado, pero para eso hay que acceder al poder del Estado.
Subvertir las fortalezas globalistas. La resistencia al globalismo debe ser consciente de sus fortalezas (aterritorialidad, arrepresentatividad, control mediático y tecnológico) para convertirlas en debilidades.
- Aterritorialidad: Combatir la ubicuidad globalista con una red global de patriotas, coordinando acciones en cada nación.
- Arrepresentatividad: Deslegitimar la pretensión globalista de hablar en nombre de la "Humanidad", exponiendo su carácter antidemocrático y elitista.
- Neolenguaje: Impugnar las "palabras talismán" ("inclusión", "diversidad") y "palabras malditas" ("fóbico", "extremista") mediante la ridiculización y la argumentación racional.
- Tecnología: Utilizar las redes sociales para la difusión de ideas patriotas, aprovechando su potencial democrático y horizontal.
La familia como escuela de resistencia. La familia, asediada por el Estado paternalista y las ideologías globalistas, debe recuperar su función educativa y política. Los padres deben formarse y educar a sus hijos en valores, historia y pensamiento crítico, superando el miedo a la política y la apatía. Esto implica:
- Fomentar la lectura y el estudio.
- Discutir política en el hogar.
- Reivindicar la cultura heredada y la identidad nacional.
El despertar de las iglesias. Las iglesias, también blanco del globalismo, deben reconciliar la fe con la acción política. Deben unirse en una coalición de hombres de fe, trascendiendo diferencias teológicas, para defender valores comunes (familia, vida, libertad) y oponerse al laicismo radical que busca erradicar la religión del espacio público.
La Nueva Derecha como alternativa. La "Nueva Derecha", articulando libertarios, conservadores y soberanistas, es la fuerza política capaz de enfrentar al globalismo. Su estrategia combina la batalla cultural (disputa de ideas y valores) con la batalla electoral (acceso al poder del Estado). Los partidos patriotas deben:
- Defender la libertad individual y la reducción del Estado.
- Proteger la cultura heredada y la identidad nacional.
- Reafirmar la soberanía del pueblo frente a las imposiciones globales.
Última actualización:
Reseñas
Globalismo by Agustín Laje receives mixed reviews. Some praise it as a well-documented critique of global governance and progressive agendas, particularly the UN's Agenda 2030. They appreciate Laje's analysis of cultural and political dynamics shaping contemporary society. Others find it repetitive, methodologically flawed, and lacking nuance. Critics argue it oversimplifies complex issues and relies on conspiracy theories. Despite disagreements, many readers find value in its exploration of global power dynamics and its challenge to mainstream political thought, recommending it for those interested in conservative perspectives on current affairs.